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cesar. Es particular que desde que nuestros críticos dieron en decir, que el teatro era la escuela de las costumbres, siempre que estas se desenvuelven en algun drama con verdad, lo vea el público con desagrado. Y sin embargo es positivo, por lo que se me ha puesto en la cabeza, que todo tiene acogida en nuestra sociedad actual, menos la verdad. Ya es tiempo de entrar de lleno en el argumento del drama.

Diana de Chivri, ciega, vive con su abuela en el castillo de Kermic, en cuyas cercanías se acoge un tal Furieres, hombre asaz corrompido, jugador y tramposo, que viéndose perseguido, tiene la fortuna de encontrarse con el guarda-bosques del castillo, antiguo criado suyo, el que se encarga de una estratagema para ser acogido y libertarse de los que le persiguen. Valeriano y su antiguo amo Furieres conocen que la abuela de Diana es apegada á las ideas legitimistas que sostenia en los años de 32 y 33 el realista Asthon: y se valen de su nombre para tener una acogida que no habrian tenido de otro modo. En efecto, el alma noble y tierna de Diana acoge con avidez al perseguido que llega á su puerta; es un desgraciado, y su alma generosa necesita el alimento de hacer bien.

Como aparece, y como se verá mas adelante, la esposicion es oscura, las personas y las cosas se presentan sin claridad, como aparecen los objetos en una noche clara de luna, que se ven, pero sin distincion: siempre es de noche á pesar del astro que la ilumina.

En el segundo acto, Diana aparece ya mas bien que culpable, víctima del malvado que abusó de su inocencia, pagando así el beneficio de libertarle de los que le perseguian: y mas malvado todavía porque se ha dado un nombre que no es el suyo: el de Asthon; mas, como Asthon en estos momentos entró en presencia de la justicia para dar cuenta de sus acciones, su inquietud crece, porque no puede ver, ni leer, ni averiguar el paradero del autor de su deshonra: pregunta á todos, pide a su hermaño que la lea los periódicos para encontrar en ellos al violador; inútilmente. A este tiempo el padre de Diana

vuelve de Paris llamado por la abuela, que le revela el secreto. El marques de Chivri jura con sus hijos venganza y marcha á conseguirla. Este acto es eminentemente romántico. Diana desgraciada sufre el tormento de no saber de su amante y la justa cólera de su padre y her

manos.

En el tercero, los dos hijos de Chivri se presentan en el castillo de Asthon pidiéndole satisfaccion de la injuria que creen haber recibido de él: la que consiguen para su mal, porque mueren á manos de Leonardo. Creemos que el medio de que se vale el marques para conseguir la venganza, es inverosímil y demasiado cruel para que use de él un padre. Un padre no liberta de la muerte moral una hija, esponiendo dos hijos á la muerte física. Diana marcha al castillo de Asthon á quien creia su amante: pero llega tarde para evitar la desgracia de sus hermanos; y cuando habló al que creia haber tenido en sus brazos, ve que no es él. Es inverosimil por demas que dos hombres desconocidos lleguen á otro, le injurien, le arranquen lat cinta de honor que lleva al pecho y no preceda ninguna esplicacion. Todo debe ser motivado en el teatro; y aunque esta accion aparezca como tal, creemos que antes de una tan decisiva, como la de ir á matarse, merece es plicaciones anteriores. Muy dramático será si se 'quiere, de efecto: pero no hay verdad en ello, y donde no hay verdad no vemos nada bueno.

En el cuarto acto, Chivri aparece como es natural despues de la pérdida de sus dos hijos y la deshonra de su hija; desolado abrazó llorando al único que le resta. Diana sabe la muerte de sus hermanos y cae desmayada. Asthon se presenta para aclarar un misterio, que para él lo es, y es injuriado atrozmente por Chivri y su hijo, cuyas injurias oye con serenidad, porque conocia su origen. Viendo imposible esta aclaracion, quiere huir y es detenido por Chivri, quien le dice que le ha denunciado como criminal ante los tribunales. En este acto parece que debia acabar el drama, porque con decir Asthon que no habia visto jamas á Diana, y que no era el que la habia des

honrado, estaba concluido: pero era preciso dar lugar al quinto, y se reserva para él la aclaracion.

Ante el tribunal, en donde se presentan acusadores y acusados en el quinto acto, es el desenlace; y en donde aparece la inocencia de Leonardo Asthon, que se reconoce como tal por Diana, y mas que todo por Marcial, su hermano, que aparece herido despues de haber muerto al culpado. Asthon llega al último grado de generosidad y heroismo, dando la mano á la que en su nombre se habia deshonrado.

La traduccion es mala, tan pobre que á pesar de la rapidez de la representacion, se perciben muchos defectos de lenguaje.

Despues de haber manifestado al principio de este artículo nuestra opinion sobre el drama, no nos resta mas que hablar de su ejecucion: ha sido brillante. La señora Matilde Diez haciendo á Diana nos ha revelado, como en todo lo que hace, la grande actriz española. Es imposible sentir, ni hacer sentir mas. No es Matilde, es Diana la que se desespera por saber el paradero de su violador, la que implora el perdon de su padre, la ciega que busca lo que no puede ver con sus ojos; es la verdad en fin.

El señor don Julian Romea como siempre: superior á cuanto hemos visto, y digno del nombre que lleva de primer actor. Romea es Romea: en todo lo que hace no se parece á ningun otro, porque los deja á todos mas atras. Esta es la opinion de cuantos le han oido, y por eso su frente se adorna con coronas merecidas.

El señor Sobrado cada dia merece mas aplausos del público. Se viste con mucha propiedad, se presenta con tal dignidad y modales tan finos, que nos revelan su esmerada educacion y sus buenas cualidades artísticas. En el cuarto acto, cuando coge á su hijo y le dice: Hijo mio! no te acerques á ese hombre! hace cuanto el autor hubiera deseado. En todo el drama estuvo muy feliz.

Los demas actores contribuyeron todos al feliz éxito del drama, y por eso el público los premió al final con sus aplausos.

Si me callaré.

Hay en este pais muchas personas á quienes les sucede lo que a mí, aun cuando en distinto concepto, personas á que viven hoy sin saber de qué vivirán mañana, y que, semejantes á ciertos pájaros, comen sin cuidarse de guardar para otro dia; no porque sean pájaros de cuenta, sino porque, como aquellos seres, viven á costa de otros siguiendo el órden de la naturaleza; y porque son una prueba personificada de la providencia.

Siempre que voy á escribir un artículo, que no es de fe, porque creo en muy pocas cosas; ni de esperanza, porque ni espero que seamos mejores ni peores de lo que hemos sido; ni de caridad, porque esta madre de las virtudes se ha quedado sin hijos, y ya que no la tienen conmigo, no debo tenerla para con los otros: siempre, decia, que voy á escribir un artículo, tengo que pensar, no en lo que voy á decir, sino en lo que debo callar; pues entre las anomalías de nuestro siglo es la mayor de todas la modestia con que queremos que se ignoren nuestras buenas acciones, por mas que las predique el mundo entero, como la existencia de Dios.

Y me acontece tambien que me pregunte á mí mismo; porqué escribo y á quién escribo? Escribir en nuestro pe

riódico es una especie de obra pública, y como lo que es de todos no es de nadie, de ahí el que no puede tener premio mi trabajo: puede suceder, sí, que tenga castigo: pero de esos castigos que no significan mucho, segun vemos la poca importancia que les dan ciertas gentes. Yo quisiera que no dijeran para quién escribo, porque estoy en que ni es para mí ni para los demas. Me parece que me equivoco en esto: unos murmurarán, otros se reirán, y los mas dirán que soy muy malo! como si posible fuese que un hombre malo escribiera con la candidez que yo lo hago. En todo tenemos opiniones usurpadas y la mia es una de ellas. Tened paciencia si tengo razon, y si no la tengo, caigan sobre mí mas murmuraciones que han caido sobre este periódico.

Y este que así habla, me dirán, que ve las cosas tan malas, ¿es por ventura bueno?» si quereis oirlo, os contestaré con un cuento.

En los tiempos en que habia frailes y tenian la aprension de irá convertir almas á los pueblos por la cuaresma; en estos tiempos, nos refiere la historia, que uno de ellos fué hospedado, como de costumbre, en casa del síndico de la orden, hombre no muy creyente, con un poco de socarron y su mucho de usurero. El buen padre deseando saber el vicio mas dominante en el pueblo para atacar; lo en sus sermones, preguntó á su huésped, y este le dijo: que el vicio mas señalado era la usura: subió el padre al púlpito, y un dia y otro dia se deshacia predicando con tra la usura; hasta que un vecino se acercó á él, manifestándole se contuviera en sus sermones, porque el mayor usurero del lugar era su huésped.

El bueno del fraile se sobrecogió con la noticia, y en el mismo dia pidió perdon de su indiscrecion á aquel, pero alegando en su favor la pregunta que le hizo antes de principiar sus sermones. Siga V., padre, siga V. predicando todos los dias contra la usura, le volvió a decir el síndico : sí contra la usura.-¿Y porqué una idea tan estraña, hermano síndico ? dijo el fraile. -¿Porque? para que no haya mas usurero que yo.

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