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keros que hace reir con sus saltos, hasta la de los Mormones que escandaliza? Pero apartemos ya la vista de todos esos objetos repugnantes y fijemos nuestra mirada, con amor y respeto, en la única verdadera Iglesia santa, católica y apostólica, que es la romana.

José Antonio Ortiz Urruela, Pro.

EL ULTIMO DIA DEL AÑO.

Entre las grandes é interesantes funciones religiosas que se celebran en Roma, con asistencia del Sumo Pontífice, bay una digna de llamar la atencion, especialmente en las actuales circunstancias. En la tarde del 31 de Diciembre, el Santo Padre se traslada con toda su córte á la iglesia de Jesus; en donde, rodeado del Sacro Colegio de Cardenales, entona enmedio del pueblo reunido en aquel templo, el himno eucarístico Te Deum laudamus.

¿De qué ha dado gracias al Cielo, ese augusto anciano, al terminarse cada uno de los cuatro últimos años? A primera vista solamente habian ocurrido en ellos desgracias para la Iglesia; y al cerrarse cada uno de esos períodos de tiempo, léjos de despejarse el horizonte, parece que presentaba un aspecto mas amenazador para el porvenir del Catolicismo. 1859 babia comenzado con los anuncios de guerra entre Francia y Austria, habia mediado con la sanguinaria batalla de Solferino, que decidió la ruina del imperio tudesco en Italia, y habia

concluido con la absorcion de casi toda la península por el Piamonte: sucesos de inmensa magnitud, de incalculable trascendencia y terriblemente ominosos para la Santa Sede. En 1860 se consumó por la fuerza brutal, el casi total despojo del poder temporal del Papa, comenzado por la traicion de subditos desleales, á quienes corrompiá, el oro de Victor Manuel, 1861 se abrià con los mas tristes anuncios, de que no se dejaria á Pio IX ni siquiera la posesion de Roma y sus jardines, pues el Rey del Piamonte aplaudido y secundado por los revolucionarios de todos los paises, queria ir á sentarse como Soberano en el Capitolio; y uno á uno los gobiernos que se escandalizaron de tanta audacia, de tanta perfidia, y de tanta perfidia y de tanta ambicion, iban desertando de la causa de la justicia y del órden; no quedando al órden y á la justicia en Europa otro amparo ni escudo, que la calmosa y paciente, pero firme y heróica resistencia del Papa, á los ataques de sus enemigos. Bajo estos auspicios principió 1862, consumándose en su curso la iniquidad de reconocer los desmanes de Victor Manuel, aquellos mismos que mas obligados estaban por decoro, por gratitud y por interes á protestar siempre, constante y decididamente, contra los escandalosos escesos de la revolucion italiana. Sin embargo, Pio IX, lo mismo el 31 de Diciembre de 1859, que el 31 de Diciembre de 1860, y en iguales dias de 1864 y 1862, ha ido al Jesus para dar con toda la efusion de su alma, las mas sinceras, humildes y ardientes acciones de gracias á Dios, por los beneficios que la Iglesia ha recibido de su mano, en cada uno de esos mismos años. Los incrédulos al ver esto, dirian: «Ese anciano está loco;» y los protestantes que han esperado que las calamidades de la Santa Sede en los cuatro últimos años, serian los precursores de la ruina del catolicismo, se morderian los lábios de rabia y de despecho, al ver la serenidad del Sumo Pontifice. Hay algo que desafia á la política y á la ciencia puramente humana, algo que desconcierta á los enemigos de la Iglesia, en ese Te-Deum canta

do por el Vicario de Cristo enmedio de sus tribulaciones.

Mas para los católicos, si revuelven las páginas de sus libros santos, si meditan el Evangelio y si repasan los anales de la Iglesia; nada mas natural, nada mas lógico, nada mas debido que esa accion de gracias al fin de cada año, tributada á Dios por su Vicario en la tierra, en reconoci miento de los favores recibidos, los cuales son tanto mas preciosos y fecundos, cuanto mejor vienen encubiertos con el manto de la desgracia. Lo que es humano, ordinariamente no prospera si no con el favor humano; y salvas rarisimas escepciones, perece bajo la humana persecucion. Al contrario lo que es divino se desarrolla, se aumenta y se perfecciona, bajo la persecucion; como lo enseña la fé y lo demuestra la historia, constante y nunca desmentida, de unos diez y ocho siglos y medio, que hace existe en el mundo una cosa que se llama la Iglesia Católica. En cada una de esas centurias, mas digo, en cada uno de los años de ellas, la Iglesia ha padecido, si no en un pais en otro, sino bajo una forma, bajo otra forma; y sin embargo no ha sucumbido, ni la han faltado las divinas promesas que la aseguran una juventud perpétua, una indefectible inmortalidad. Todos sus enemigos han pasado; solo ella permanece.

Pasaron los Herodes que la persiguieron degollando á los Inocentes y cortando la cabeza de Juan Bautista. Pasó la nacion judia que quiso impedir su establecimiento, borrando las buellas que habia dejado su Divino Fundador en la Palestina, con una esponja empapada en su sangre; y cubriendo luego ese reguero, ora con la infamia del suplicio que hizo sufir á Jesucristo entre dos ladrones, ora con las sombras de un silencio y de una impostura comprados á los guardas de su sepulcro. Roma, la poderosa Roma pagana, cuyo representante contribuyó á aquellas iniquidades en la Judea; y que luego se ensañó en toda la tierra entonces conocida contra la naciente Iglesia, haciendo de casi todos sus Pontifices otros tantos már

tires: Roma, apesar de su fuerza colosal, apesar de que sus Emperadores se llamaban eternos, esa Roma pagana tambien pasó. Pero no, no pasó, que no hizo mas sino trasformarse. Amenazada de destruccion á manos de los bárbaros, la salvaron de sa ruina los Papas. La Divina Providencia guardaba en las Catacumbas, á despecho de Roma, á los que habian de librarla de una suerte como la que tubieron Babilonia y Ninive; como la que tendrán S. Petersburgo y Londres, si los síntomas que en estas dos capitales se ban descubierto durante el año que acaba de terminar, se van desarrollando como es de temerse.

Nada mas interesante é instructivo que contemplar por un momento, cuando el curso de las horas va indicando que un año concluye y otro comienza, que 1862 fué y 1863 comieZa á ser, el espectáculo que presentan á la observacion del hombre reflexivo, esos tres grandes centros de fuerzas y de agitacion religiosa: Roma, S. Petersburgo y Londres. Roma centro y cabeza del catolicismo: S. Petersburgo cabeza del cisma griego; y Londres metrópoli del protestantismo. Quiéralo ó no,el mundo gravita hácia esos centros; porque, como lo han hecho notar dos hombres que son célebres, aunque con muy diverso género de celebridad, Proudhon y Donoso Cortés, en el fondo de todos los problemas políticos, hay una cuestion religiosa. Siu decidirse esta no pueden resolverse aquellos. Mas aun Roma, en cuyo seno está única y esclusivamente la verdad, tiene el privilegio de hacer convergir hácia sí esos otros dos focos de agitacion religiosa, S. Petersburgo y Londres; resultando que ya sea con su amor ó con su odio, con sus simpatías ó con sus antipatías, todo cuanto se mueve en la humanidad, rinde homenage á Cristo, quien por medio de su vicario reina y reinará en Roma. Por eso el Sumo Pontifice canta el 31 de Diciembre de cada año el Te Deum laudamus, en una de las mas bellas, mas céntricas y mas concurridas Iglesias de la ciudad eterna.

Y ¡con cuanta razon rebosaría de gratitud el noble y santo corazon de Pio IX, el último dia de 1863! No se crea que vamos á dar demasiada importancia ni á los pasos retrogra. dos de la política francesa, ni á las demostraciones ilógicas de las potencias del norte respecto del llamado reino italiano; aunque es indudable que todas estas cosas, digan lo quieran en contra los revolucionarios, son de suma gravedad política. Pero no; el augusto anciano que ocupa hoy la cátedra de S. Pedro, tiene demasiada esperiencia para fiarse sin limita. cion, ni de las protestas de amistad ni de las demostraciones de simpatía, que le hagan ahora tales ó cuales soberanos, Representante é intérprete de aquel que pronunció el infalible oráculo: «Maldito el hombre que en el hombre fia,» el Papa levanta al cielo sus ojos, en los cuales brilla la suave y tierna luz del agradecimiento; y sino con los labios, por lo menos de lo íntimo del alma, repite aquella otras palabras del Rey Profeta: «Por la misericordia del Señor no hemos sido consumidos. A proporcion que la autoridad del Gefe del catolicismo ha sido desconocida, y que sus derechos han sido violados, y que su misma venerable persona no ha sido respetada por la revolucion; esa misma autoridad se ha robustecido en todo el globo, esos derechos han encontrado defensores en todos los ángulos de la tierra, y la persona augusta del Vicario de Cristo se ha convertido en un obgeto de admiracion, de amor y de entusiasmo para todos los católilicos del mundo entero. Puede afirmarse sin vacilar que jamás babia alcanzado la Santa Sede un triunfo tan espléndido,tan completo y tan importante como el que ha obtenido en nuestros dias y delante de nosotros, gracias á los esfuerzos de sus enemigos. Nunca babia habido mayor número de ovejas y de pastores en el rebaño de Jesucristo; y todas estas ovejas se agrupan con sus inmediatos guardianes, al rededor del Pastor Supremo, para aprobar lo que él aprueba, para reprobar lo que él ha reprobado, y para protestar que están prontas á ir con él

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