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á la prision y á la muerte si necesario fuere. Bajo este aspecto la angélical figura de Pio IX, surgirá en la historia eclesiástica, á la vista de las generaciones venideras, mas interesante, mas grande y mas gloriosa que todas las de sus antecesores. Como los Leones habrá Pio IX, librado á Roma y al mundo de la barbarie, pero de una barbarie mil veces peor que la importada en el mediodia de Europa por las tribus. del norte: de la barbarie volteriana y revolucionaria. Como los Gregorios é Inocencios, Pio IX habrá defendido la incolumidad del arca santa, contra la ambicion de los Césares que en ella quisieran poner la mano. Como sus santos y gloriosos homónimos Pio V, Pio VI, y Pio VII; habrá demostrado Pio IX, que puede mas un Papa orando y escitando á toda la iglesia á orar, que los guerreros al frente de sus legiones, que los diplomáticos con todas sus intrigas y que los revolucionarios con toda su violencia. Ni se diga que estos son lugares comunes, que son vanas y repetidas declamaciones. No, esta es la pintura verdadera de los hechos; y no tenemos nosotros la culpa de que, por reproducirse siempre y constantemente este fenómeno en la iglesia, haya perdido mucha parte de su originalidad. Los lugares comunes son los de los enemigos de la Santa Sede, que repitiendo sin cesar calumnias desacreditadas; han fastidiado á todo el mundo con vaticinios de la pronta, de la inmediata, de la indefectible derrota de la Iglesia. Lo cierto es, y para convencerse de la verdad basta abrir los ojos, que cuatro años han pasado los adversarios de la Santa Sede, intrigando, corrompiendo, calumniando, empleando todo género de malas artes, para privar al Papa de su sobe ranía temporal, y con esta soberania de su independencia, y con su independencia de la libertad necesaria para el gobierno de la Iglesia, con lo cual sin duda esperaban muchos de ellos destruir el catolicismo; y no obstante la Iglesia subsiste, el Papa es independiente, y todo anuncia que

no solo se respetará la parte de sus provincias, cuya posesion ha conservado, sino que le serán restituidas, antes de mucho tiempo, las que le usurpó la violencia ayudada de la traicion. Lo cierto es tambien que de sus enemigos, en esos mismos cuatro años, unos han muerto naturalmente en la demanda: otros estan moralmente muertos, ó cubierto de ridiculo: otros comienzan, como los que bajaban del Calvario, á darse golpes en el pecho: otros dicen con el Centurion, verdaderamente este hombre es justo; otros, cual si vieran espectros, procuran esconderse; y los que así se esconden no son no, débiles cual mugercillas, que uno de ellos es nada menos que el gobierno del poderoso imperio británico, el cual en voz baja dice á los revolucion arios, como Pilatos á los judios: «Guardia teneis, id y guardadle como sabeis; y en público añade desmintiendo sus antecedentes, que «no quiere mezclarse en la cuestion de Roma, por que tiene carácter religioso, ¡Oh fuerza de la verdad! ¡Oh poder irresistible del catolicismo!

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Contemplemos despues de este triunfo de un anciano desarmado y politicamente débil y casi impotente, que en medio de Roma levanta su voz para atribuir á Dios, como es justo, todos estos sucesos; el cuadro que el mismo dia 31 de Diciembre nos presentan los otros dos centros de las dos grandes fuerzas rivales del catolicismo, S. Petersburgo y Londres. ¿Habrá ido Alejandro II, el último dia de 1862 á cantar un TeDeum como Pio IX? No lo sabemos pero si lo hizo, puede haber encontrado en su camino los escombros y las cenizas, que en el curso dei año, han amontonado en el centro mismo de su imperio, los vastos y siniestros incendios, cuya causa y objeto todavia no se ha podido determinar. Además, con lo s acentos de sus Popes, se habrán elevado á los oidos del Autócrata, las reclamaciones de los siervos todavía no satisfechos, las solicitudes revolucionarias de una parte de la nobleza rusa y los quejidos de la oprimida Polonia. Con todo esto tiene bastante Alejandro II. como soberano político.

para no cantar el Te Deum con mucha efusion de su alma; á menos que le supongamos tan piadoso, lo cual no deja de ser mucho suponer, que sepa bendecir al Señor lo mismo por los males que por los bienes. Como gefe del cisma griego, menos tiene de felicitarse el Czar, pues 1862 ha seguido descubriendo al mundo el fraccionamiento y la decadencia del cisma. En 1862 millares de griegos en la inmediaciones de Constantinopla y en los valle del Libano, se ban reconciliado con la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana; mientras que los cismáticos obstinados en el cisma, que no son súbditos civiles de Alejandro II, trabajan por substraerse de su onerosa proteccion.

Si la Reina Victoria, Señora por otra parte muy estimable por sus cualidades individuales y muy respetable por la nominal posicion que ocupa en el mundo, fuese positivamenle soberana de la Gran Bretaña y verdadera cabeza de la Iglesia anglicana, supuesto mas falso y gratuito el segundo que primero, tampoco podria cantar un Te-Deum en la Catedral de S. Pablo, á no ser que fuese para dar gracias al cielo por las tribulaciones de la Inglaterra y las convulsiones del agonizante protestantismo. He aqui los términos en que, uno de los mas autorizados é influentes diarios de Londres, comenzaba su primer artículo de fundo, el último 34 de Diciembre: «Hoy termina un año de grandes pruebas y tribulaciones para la nacion. Las sombras que oscurecian el horizonte al comenzar 1862, se han hecho mas densas cuando iba á concluir. Una desgracia invariable, hecha mas intensa por calamidades que no ocurren ordinariamente, ba dejado su huella en este pais; y la triste esperiencia de algunos meses que no podemos recordar sin dolor, ahoga las esperanzas que pudiera, traer consigo 1863.» Ni es esla una mera lamentacion poética. El 31 de Diciembre de 1861 mientras Pio IX, cuya muerte anunciaban como proxima á cada paso los revolucionarios, entonaba lleno de

lud y de vida el Te Deum en el Jesus de Roma; la Reina Victoria, tenia que asistir en Windsor al De profundis rezado en ingles, por los pretendidos ministros de la Iglesia anglicana, sobre el yerto cadaver del Príncipe su consorte, arrebatado por la muerte, en la temprana edad de 40 años, á una salud robusta y á una felicidad que humanamente parecia envidiable y completa. En 31 de Diciembre de 1862, mientras que el anciano Pio IX, vuelve á entonar el himno eucarístico en medio de un pueblo que, como ha demostrado Mr. Sauzet, antiguo Presidente de la cámara de diputados en Francia, siempre ha gozado de mayor bienestar material que el pueblo de Londres y aun que el de Paris; la Reina Victoria tiene que encerrarse en su palacio para no ver, no á miles sino a decenas de miles, no á decenas sino á centenares de miles de hombres, de mugeres y de niños, mas muertos que vivos por los rigores de hambre. Y si esto lo sucede como soberana, como cabeza de la Iglesia anglicana, tiene que asistir al triste espectáculo de la disolncion de esa Iglesia, cuyos miembros que solo se reunian para asistir á un banquete comun, se marchan sin despedirse en direcciones opuestas. Unos se van hácia Roma, á donde los con ducen la ciencia y la fé. Otros se pierden en los laberintos de la duda y se hunden en los abismos de la incredulidad.

Estos son los tres mas grandes interesantes é instructivos espectáculos que nos presenta 1862 al terminar su curso; pero no son los únicos, aun bajo el aspecto religioso. El año que acaba de concluir ha presenciado tambien algunos de esos movimientos, parecidos á los que sufre un cadáver por la aplicacion del galvanismo. causados en el imperio turco por ambiciones rivales. El pueblo que dijo: «No hay mas Dios que Dios y Mahoma es su profeta, librando al filo de sus alfanges la imposicion de esta blasfema créencia, está esperimentando que hay un Dios si, un Dios justiciero, que ahora mismo lo demuestra sujetándole á la pena de la degra

dacion y de la impotencia mas vergonzosa; como esperimenta tambien que Mahoma no es profeta sino uu impostor, cuyo último representante, el Sultan Abdul-Azzis, termina 4862 padeciendo accesos de locura. ¡Pluguese al cielo que ese pueblo, reteniendo la primera parte de su grito religioso y guerrero, creyese y confesase en 1863, que no hay mas que un Dios, el Dios de Pio IX, para que el próximo 31 de Diciembre, pudiese el augusto Pontifice entonar aun con mas entusiasmo el himno de S. Ambrosio y S. Agustin! Sabido es que el Papa actual, tiene en el corazon todo el mundo y con especialidad el oriente, por el cual sin duda ora con fervor; y siendo sus súplicas tan poderosas, como lo demuestra la historia de los cuatro últimos años, podemos esperar que verémos todavia otros grandes y faustos sucesos bajo su glorioso y fecundo pontificado. Lo cierto es que, como dijo Bossuet, el hombre se mueve, pero Dios le dirige; y que sea cual fuese el curso de los sucesos, todos ellos han de contribuír á la exaltacion y engrandecimiento del catolicismo. Lo que pasa a nuestra vista, de cuyo cuadro ape nas hemos podido hacer aqui un pequeño é informe bosquejo, demuestra que la religion católica, apostólica, romana, es la única entre las que se llaman en el mundo religiones, que puede y debe en el último dia del año, entonar de veras el Te-Deum laudamus.

José Antonio Ortiz Urruela.

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